Cambio de continente
El vuelo desde Auckland hasta Johannesburgo nos llevó más de 40 horas: primero parada técnica en Sídney, luego escala de 8 horas en Dubái y por fin llegada a Sudáfrica.
En el aeropuerto nos esperaba Charly Sinewan, que en unos días volvía a España después de cinco meses de ruta por el sur de África. Pasamos tres días con él, no fue mucho tiempo pero lo suficiente para ponernos al día. Nos recomendó sitios y lugares de esta parte de África. Un gran tío al que le deseamos mucha suerte en su viaje.
Desde Nueva Zelanda la moto también la enviamos en avión. Conseguimos un buen precio y así evitamos esperas de 30-40 días si la enviábamos por barco. En el día previsto, el avión de Thailand Airlines con la moto llegó a Johannesburgo.
Nos esperaba un día muy largo en el aeropuerto: gestionar la documentación en aduanas para sellar el carné de passage y que nos dieran la moto y luego desembalarla, montar la rueda delantera, maletas, manillar, cúpula, etc.
Al salir ya rodando de la terminal de carga, fuimos directos a la gasolinera, repostamos y todavía teníamos que cargar los mapas de Sudáfrica al GPS. Cuando estábamos listos, ya era de noche, una peligrosa opción para moverse por Johannesburgo. Para rematar, un error en el punto GPS donde nos dirigíamos nos hizo sumar unos 80 kilómetros extra pasando por algunos townships o barrios poco aconsejables.
Familia hospitalaria
Habíamos quedado con Kobus y su familia. Nos imaginábamos que estarían preocupados ya por lo tarde que era. Les habíamos conocido a través del foro de moteros sudafricano Wilddogs. Fueron los primeros de una larga lista de viajeros que iríamos conociendo en los casi dos meses que estuvimos en Sudáfrica. Buena familia que nos ayudó mucho en nuestra llegada a África.
Johannesburgo no nos gustó nada. Enorme ciudad donde las distancias son enormes. De lo más interesante, el museo del Apartheid. Cuesta imaginarse cómo hace tan poco tiempo este sistema de gobierno tan racista estaba activo.
Con muchas ganas de moto, nos pusimos en marcha rumbo noreste hacia Sabie, y después a Hazyville para visitar el Parque Nacional de Kruger. Allí vimos todo tipo de animales en nuestro primer safari en África. El espectáculo de contemplar una manada de diez leones devorando un búfalo con las hienas alrededor intentando robarles la presa parecía sacado de un reportaje de National Geographic.
Después de Kruger nos dirigimos hacia Suazilandia, pequeño país que se independizó en 1968 y en el que sólo pasamos una noche, ya que el tiempo no acompañó en los dos días: tuvimos mucha niebla y lluvia.
Nada más salir del país, tuvimos nuestro primer encuentro con vida salvaje en la carretera: una familia de jirafas comía tranquilamente a pocos metros de la carretera. Frenazo y a inmortalizar el momento.
Seguimos hacia Sodwana Bay, en la costa de Sudáfrica, en busca de mejor tiempo. Nos encontramos con solazo y preciosas playas.
Camino a Durban paramos en Santa Lucía. Habíamos leído que era un buen sitio para ver hipopótamos. Hicimos un tour por el río y pudimos ver muchos de ellos y algún cocodrilo. Los hipopótamos parecen tan tranquilos en el agua, pero son muy agresivos con los humanos.
En Durban nos quedamos unos días con Jaques y su familia, que también nos contactaron a través del foro Wilddogs. La verdad es que no recuerdo cómo surgió la idea, pero el caso es que Pilar salió de Durban subida en la XT 350 de Jaques. Él tenía pensado bajarla en furgoneta a casa de su hijo en Cape Town y en broma le dijimos que se la bajábamos nosotros, pero que tardaríamos unos días. Al final fue más de un mes para hacer los casi 4.000 kilómetros de distancia, muchos de ellos offroad.
Primer destino desde Durban, el pequeño país de Lesoto. Queríamos cruzarlo de norte a sur y por eso nos dirigimos a Clarens, que está al norte. Llegando se nos hizo de noche. Cruzamos Golden Gate con poca luz y vimos muchas cebras y orix a los lados de la carretera. ¡Increíble!
Trámite simple de entrada: sólo sellar el pasaporte y nada de papeleo para las motos. Sin darnos cuenta, estábamos a 3.000 metros de altitud, llegamos a 3.300 metros y refrescaba. ¡Vaya montañas! Vimos gente muy humilde que vive en pequeñas aldeas. Nos sorprendió lo limpio y ordenado que tenían todo. Enseguida la carretera dio paso a una pista de 60 kilómetros hasta Ha Lejone por una impresionante ruta trail.
El segundo día por Lesoto fue más impresionante que el primero. Pasamos por la presa Katse y durante todo el día rodamos por alucinantes pistas de montaña. Queríamos llegar a Sehlabathebe, quedaban 40 kilómetros y parecía que íbamos a llegar sin problemas, pero la pista se empezó a hacer más y más lenta y empezamos la subida a un puerto con tramos con piedras enormes. Menos mal que íbamos en dos motos, porque por ahí los dos en la Adventure hubiera estado complicado. Alguna vez volveremos a hacer este puerto con más tiempo. Quedaba muy poco de luz y no era el mejor sitio para rodar de noche. Coronamos el puerto a más de 3.000 metros con la última luz del día y la bajada la hicimos ya de noche. Después una hora de conducción nocturna, llegamos al Old Lodge, en el Parque Nacional de Sehlabathebe, bastante cansados pero con una enorme sonrisa. Caímos fulminados después de cenar algo. ¡Lesoto es el paraíso!
Gran amanecer
Al mirar por la ventana de la habitación por la mañana, las vistas eran un lujo. Con tranquilidad, ya que nuestros cuerpos recordaban la ruta del día anterior, dimos un paseo por los alrededores y nos pusimos en marcha. Ese iba a ser nuestro tercer y último día en Lesoto, país muy recomendable para motos trail y enduro.
Ya de vuelta en Sudáfrica y antes de volver a la costa, nos desviamos para ir a Underberg. Charly Sinewan nos había recomendado que fuéramos a la granja Kotso donde él pasó bastante tiempo con Lulú y Steve. No nos extrañó porque tanto el sitio como ellos invitan a quedarse una buena temporada. Las montañas Drakensberg son un espectáculo que disfrutamos en los siguientes días, porque la jornada que llegamos lo hicimos en medio de un diluvio que nos había acompañado durante los últimos 50 kilómetros.
Después de Lesoto nos merecíamos un poco de descanso en este paraíso de tranquilidad rodeados de montañas, silencio y animales.
Uno de los días nos acercamos al Sani Pass: los paisajes, buenos, pero nos encontramos con bastantes 4×4 llevando a turistas de excursión. Recomendable ruta, pero nada que ver con lo que habíamos disfrutado hacía unos días en Sehlabathebe.
Después de cuatro días en Kotso, tocaba seguir ruta. Ese día íbamos a llegar de nuevo al mar. Auténtico día de perros para ir en moto con mucha, mucha lluvia. Llegando a Port Saint Johns, Pilar pinchó la rueda trasera. Por suerte, a escasos metros, había un taller callejero de neumáticos. Lo solucionamos rápido, pero decidimos quedarnos a dormir y ya al día siguiente llegar a Coffee Bay pronto y disfrutar de la tranquilidad de su playa.