Nueva Zelanda: Un auténtico paraíso para la moto

Muchas ganas de coger la BMW

Nuestro paso por Nueva Zelanda fue un placer. Ya sé que lo hemos dicho en varias ocasiones, pero después de muchos kilómetros en moto  por el mundo, éste es, sin duda, uno de los mejores destinos para viajar en moto.

Pasamos seis semanas recorriendo la isla norte y la más espectacular todavía isla sur. Llegamos por la noche a Auckland desde Sídney. Un par de cabezadas en el aeropuerto y a las 8 de la mañana estábamos en la terminal de carga. Algunos pagos, paseo a Aduanas, y poco más, todo muy rápido y sin problemas. La ventaja de transportarla con Aerolíneas Quantas es que  la moto va simplemente atada a un palé. Arrancamos y directos a pasar una ITV para poder circular por el país. La idea era pasar la noche en Auckland, pero, teniendo todo solucionado a media mañana y con nuestras ganas de moto, salimos en dirección a la península de Coromandel. Otro sueño hecho realidad, rodar en moto por este país, además con nuestra propia máquina y encima habíamos llegado rodando desde España.

Recién estrenada la primavera y por estas latitudes, la verdad es que iban a ser unas semanas de temperaturas de entre 5 y 20 grados y esperábamos no tener mucha lluvia.

En la península Coromandel tuvimos nuestro primer contacto con una de las zonas que nos habían recomendado en un foro motero local. Pusimos un post preguntando por las mejores rutas para moto y acabamos conociendo mucha gente del foro: solidaridad motera.

Seguimos bajando por la costa este de la isla norte y llegamos a Tauranga. Parados en la puerta de un hostel, se acercaron Bruce y Tracy. Sin conocernos de nada, estos moteros nos invitaron a su casa. Sólo dos días y ya teníamos  claro que los kiwis nos iban a tratar muy bien.

De nuevo, siguiendo las recomendaciones de moteros, nos dirigimos a East Cape. Curvas y más curvas sin tráfico en la carretera nos llevaron al faro más al este del mundo.

La idea era bajar rápido hasta la isla sur. Según nos decían, era todavía mejor que la isla norte. Nos costaba creerlo pero al final así fue.

En la capital Wellington

En tres días más de ruta llegamos a la capital Wellington donde cogeríamos el ferry. Tuvimos de todo en esos días, solazo y 20 grados, diluvio y otro día en que no pasamos de los 5 grados. Lo bueno del clima en Nueva Zelanda a principios de primavera es que el tiempo malo dura poco. Lo malo, que el tiempo bueno también dura poco. Una constante en las seis semanas que pasamos en Nueva Zelanda era el seguimiento que hacíamos del tiempo en Internet, planificábamos los dos o tres próximos días en función de las previsiones.

En Wellington teníamos dos gestiones importantes que hacer, renovar los pasaportes  y ponerle unos nuevos Conti Trail Attack a la moto. Aunque cueste creerlo, los pasaportes tardan tres semanas, ya que los tramitan en España. En este caso, no hubo problema, ya que estaríamos cinco semanas más en el país. Los recogeríamos en Auckland, en el cónsul honorario español.

Desembarcamos en Picton después de tres horas de espectacular trayecto en ferry. Llovía y nos quedamos allí a pasar la noche. Amaneció igual de mal: gran diluvio, trajes de agua y dirección Nelson. Por suerte, después de 50 kilómetros, salió el sol: ¡vaya locura de tiempo! En Nelson habíamos quedado con Tim, motero local que nos invitó a su casa y que, además, al día siguiente, nos acompañó gran parte de la ruta. No hay nada como rodar con gente local, pues se conocen las mejores rutas. Quedamos en visitarle de nuevo en el trayecto de vuelta.

El Lewis Pass nos llevó hasta Hanmer Springs. La isla sur estaba cumpliendo las expectativas que teníamos: una delicia. Mirando el tiempo, vimos que en la costa oeste se esperaban varios días de mal tiempo, así que nos dirigimos a Kaikoura, en la parte este, donde esperamos un par de días a que pasara el temporal.

Las montañas totalmente nevadas a escasos kilómetros de la costa mostraban un paisaje brutal. Viajar recién terminado el invierno por Nueva Zelanda tiene esta recompensa. Contemplando ese paisaje desde la colonia de focas nos dimos cuenta de la suerte que teníamos al haber llegado hasta aquí.

Arrancas la moto por las mañanas y ruedas todo el día con un tráfico escaso. Por aquí no saben lo que es una recta. A destacar, el flipante Arthur Pass: pasas de estar rodando por la costa a estar inmerso en paisajes típicos de los Alpes. En la costa oeste llegamos a Punaiki. La ruta hasta llegar allí fue otro espectáculo, con preciosas playas.

Amanecer en un bungaló en la playa y al día siguiente despertar con vistas a un glaciar son cosas que puedes hacer en pocos países. Hoy teníamos buen tiempo y teníamos que aprovechar para ver el glaciar Frank Joseph. Del parking al glaciar, un paseo de hora y media contemplando cascadas, nos permitió tener una buena vista de dicho glaciar.

Las previsiones se cumplieron y al día siguiente diluviaba, así que nos quedamos en el hostal haciendo todo lo que va quedando pendiente durante los días de ruta. Además la carretera hasta Haast estaba cortada por desprendimientos, así que no había opción.

Por suerte, al día siguiente abrieron la carretera y pudimos llegar a Wanaka. En ruta paramos a ver el glaciar Fox. Un ‘solazo’ que se agradecía nos acompañó durante el pateo hasta poner los pies en el hielo del glaciar. El Hasst Pass fue grandioso, bordeando ríos, picos nevados, la carretera para nosotros, etc. No podíamos evitar parar continuamente para hacer fotos.

En Wanaka había que tomar una decisión hacia dónde dirigirnos. La previsión para la zona de Milford Sound era de mal tiempo durante los próximos dos días, así que rumbo a la Península de Otago en la costa este. Otro gran día de moto; al llegar a la península, la carretera discurre a centímetros del agua. Subimos hasta el faro con la moto y allí pudimos ver cormoranes, gaviotas y enormes albatros. Al caer la noche volvimos a ver los pingüinos azules que llegan a la playa para buscar un sitio donde dormir.

Focas, leones marinos, pingüinos…

Siguiendo la costa este hacia el sur llegamos a las Catlins, en la ruta hicimos paradas en Nugget Point y Kaka Point para ver focas, leones marinos y pingüinos de ojos amarillos, todo en estado salvaje. ¡Espectacular!

La región de Catlins está ubicada lo más al sur de Nueva Zelanda sin contar las islas más pequeñas. La naturaleza y la fauna en estas latitudes impresionan y los cambios de clima son rápidos. Estábamos cumpliendo un sueño, viajar en moto por este alucinante país.

Nos esperaba otro lugar mítico, Milford Sound, en la región de los fiordos. De camino allí, con mucho viento y lluvia, llegamos a Invercargill, donde está expuesta la Indian de Burt Munro. Había visto la película hace tiempo, pero no sabía que la moto estaba allí.

Los 120 kilómetros desde Te Anau hasta Milford Sound son espectaculares. Creo que tardamos más de tres horas en hacerlos. El sol nos calentaba aunque la temperatura no superaba los 10 grados. Mucha nieve en las montañas. Por aquí parece que la primavera no llegaba. Tocaba hacer de turista y al día siguiente nos embarcamos en un crucero por el fiordo, preferimos la moto pero no estuvo mal.

Tocaba comenzar la ruta de regreso hacia Auckland. Nos quedaban todavía tres semanas para volar a África, así que sería una ruta de subida sin prisas. Primera parada en Queenstown, pueblo grande con bastante turismo, sobre todo asiático, y posibilidad de realizar todo tipo de deportes de riesgo y aventura.

Nos habían recomendado una ruta cercana, la Skyppers Road, los 25 kilómetros de pista muy, muy lenta hay que hacerlos de ida y vuelta. Llegas al pueblo abandonado donde conservan la escuela y otras casas. La pista de montaña es una pasada, los cortados hacia el río quitan la respiración y cualquier despiste podía ser fatal.

Otro excelente día de moto nos llevó hasta Mount Cook. Durante los últimos kilómetros la carretera bordea el Lago Pukaki con color del agua azul intenso. Llegando, la temperatura bajó hasta los cinco grados y estábamos rodeados de montañas nevadas. Hostel, mucho café y calefacción para entrar en calor. El sitio y las vistas, perfectos.

Amaneció feo en Mount Cook, así que trajes de agua y en marcha. No habíamos hecho ni cinco kilómetros, cuando, al llegar al desvío hacia el lago glaciar Tasman, ya había sol, ¡vaya locura de tiempo! Aparcamos la moto y, después de 30 minutos andando, llegamos al mirador desde donde contemplamos el lago, bonito, bonito y con pequeños icebergs. Desde arriba vimos gente en la orilla y nos animamos a continuar hasta él.

Deshaciendo camino rodeando el lago Pukaki, llegamos a otro lago, el Tekapo, también de aguas de color azul turquesa. Casi llegando al pueblo donde pasaríamos la noche, tuvimos que conducir los últimos 25 kilómetros con un vendaval, que a punto estuvo de sacarnos de la carretera varias veces.

Dos días de viaje nos llevaron de nuevo a la costa este. Pasamos por Christchurch, donde todavía se notan las consecuencias del terremoto de hace unos años: muchas zonas están en construcción y otras esperando todavía a ser demolidas.

A escasos kilómetros de Christchurch está la Península Banks. La carretera principal transcurre a 400-500 metros de altura y las vistas al mar son un espectáculo. Akaroa es la población principal y allí pasamos la noche, tranquilidad total.

Antes de cruzar de nuevo a la isla norte, visitamos Golden Bay en el extremo norte de la isla sur, Takaka Hill y carretera hasta Cabo Farewell, excelente trayecto como todo lo que habíamos rodado en Nueva Zelanda.

Visitamos de nuevo a Tim en Nelson. Aprovechando su garaje, hicimos un cambio de aceite y filtros a la GS.

Con pena nos despedimos de la isla sur. Ferry de vuelta a Wellington donde habíamos contactado con Gareth y Jo Morgan, viajeros que han recorrido prácticamente todo el mundo en BMW. Hace tiempo compramos su e-book de su viaje por África, y al leer que eran de Wellington, les pusimos un e-mail, respondieron rápido y quedamos en vernos. Una pasada de casa con vistas a la bahía, pero lo mejor el garaje, con seis GS de cilindradas varias. En el salón, un enorme mapa de National Geographic con los recorridos de sus aventuras en moto. Fue un placer compartir dos días con ellos y esperamos verlos alguna vez por España, que lo tienen pendiente.

Siguiente destino, New Plymount. Michael nos contactó a través de Facebook. Junto con Leanne, están pensando en lanzarse a hacer un gran viaje y querían conocernos y que les contáramos nuestra experiencia, tanto lo bueno como lo malo.

Había organizado una ruta desde la costa oeste hasta la este el fin de semana largo. Nos apuntamos y, junto con otras doce motos, les acompañamos en el primer intenso día  de ruta , combinando tramos de asfalto y pistas.

La última parada antes de llegar a Auckland fue en el lago Taupo. Allí estaban Bruce y Tracy pasando el fin de semana en su casa de fin de semana junto al lago. Les habíamos conocido en Tauranga cuando bajábamos hacia el sur. Pasamos unos días con ellos antes de llegar a Auckland donde terminaría nuestra vuelta a Nueva Zelanda.

Habían sido cinco semanas muy intensas recorriendo las dos islas, con un clima muy variable, pero mejor de lo que esperábamos.

En Auckland nos quedamos con Nick, hijo de nuestros anfitriones del lago Tapo,. Lo ideal era haber llegado un poco antes ya que en dos días volábamos a África y teníamos que organizar el envío de la moto.

Lo primero, llevar la moto al concesionario BMW Experience para que vaciaran el depósito de gasolina, lo limpiaran totalmente de gases, quitaran la batería y nos dieran un certificado de este trabajo para la aerolínea. Esto lo hicimos porque la moto iba a volar como mercancía no peligrosa para tener un mucho mejor precio.

Al día siguiente, nuestro último día en Auckland, llegamos a BMW Experience a primera hora por la mañana. Les habíamos pedido hace tiempo una caja para meter la moto. Nos habilitaron un buen sitio para trabajar. Conseguir meter la moto, todas las maletas, la ropa de moto, etc, nos llevó tres/cuatro horas. Desmontamos la rueda delantera, cúpula, retrovisores, manillar y lista.

Nick nos había dejado su pick up para llevarla al aeropuerto. Faltaba subir la caja de 400 kilos, así que pedimos ayuda y entre todos la subimos. En una hora habíamos quedado en la terminal de carga en las oficinas de TNL. Este agente con el que llevábamos hablando un tiempo por e-mail se había portado de lujo, ofreciéndonos el mejor precio y ayudándonos en tratar de conseguir enviar la moto como mercancía no peligrosa. Así lo hicimos y enviar la moto en avión desde Auckland hasta Johanesburgo nos salió por 1.500 euros, totalmente recomendable.

Prueba superada, al día siguiente volaríamos a África. De nuevo sería un cambio brutal. Como siempre, una mezcla de tristeza y expectación ante el nuevo destino. Nueva Zelanda había sido increíble, paraíso motero, habíamos conocido mucha gente que nos abrió las puertas de su casa. Estamos muy agradecidos a un país donde esperamos volver algún día.

Agradecemos a los patrocinadores principales: BMW Motorrad España, Touratech y Continental, su colaboración en esta aventura y a todos los amigos, familia y gente que nos siguen en nuestro blog www.aventurasenmoto.com y en la página de Facebook Aventuras en moto. ¡Gracias por seguirnos!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Ir arriba